Ese líquido transparente que escupe tu bebé es algo que muchos padres notan y se sorprenden. Puede que lo veas durante las tomas, los juegos o cuando tu bebé está descansando. Si te preguntas qué significa, no estás sola. Te ayudaremos a entender cuándo es normal y cuándo debes consultar a tu médico.
¿Es normal que los bebés regurgiten?
Sí, regurgitar es un fenómeno normal entre los bebés sanos. La mitad de los bebés regurgitan varias veces al día durante los tres primeros meses. Lo más probable es que ocurra inmediatamente después de comer o cuando el bebé eructa. La mayoría de los bebés regurgitan más a los 4 meses, y la frecuencia disminuye gradualmente a medida que maduran.
El término técnico para esta regurgitación saludable es "reflujo infantil" o "reflujo gastroesofágico". Se debe a que el aparato digestivo de tu bebé no está completamente desarrollado. El esfínter esofágico inferior (músculo que actúa como una puerta entre el estómago y el esófago) no está totalmente desarrollado en los niños. Es decir, no cierra siempre la entrada, lo que permite que la leche y las sustancias del estómago vuelvan a subir.
La mayoría de los bebés que regurgitan de forma saludable se denominan "regurgitadores felices". Se están desarrollando bien, están ganando peso y se toman las regurgitaciones con calma. Si tu bebé está contento, moja la cantidad adecuada de pañales (de 6 a 8 pañales al día) y sigue la curva de crecimiento prevista, las regurgitaciones leves no suelen ser un problema. Tu pediatra comprobará estos signos en las revisiones periódicas para asegurarse de que tu bebé crece con normalidad.
¿Por qué regurgita tu bebé un líquido transparente?
Después de saber que las regurgitaciones son normales en los bebés, es posible que te preguntes específicamente por las regurgitaciones de líquido transparente. Hay tres causas principales que los padres deben conocer:
Producción excesiva de saliva
Los bebés regurgitan más saliva que los adultos, sobre todo durante la dentición. Cuando empieza la dentición, entre los 4 y 6 meses, la producción de saliva se duplica. Este exceso de saliva aparece en forma de regurgitaciones claras, a menudo cuando el bebé duerme o juega enérgicamente. Si observa más regurgitaciones junto con babeo y mordisqueo de juguetes, la dentición puede ser la causa.
Estómago vacío
Las regurgitaciones son más frecuentes si el bebé lleva varias horas sin comer. Lo más probable es que el líquido transparente sea líquido estomacal combinado con saliva. Lo notarás por la mañana o durante los intervalos de tiempo más largos entre tomas. Este tipo de regurgitación será clara o ligeramente amarillenta, sobre todo si han pasado 1 o 2 horas desde la última alimentación.
Tragar aire durante la alimentación
Puede salir líquido transparente cuando el bebé traga demasiado aire durante la alimentación. Esto ocurre en diferentes situaciones:
- Alimentación con el biberón inclinado de forma incorrecta
- Dar el pecho durante una bajada muy rápida
- Dar el pecho después de llorar, lo que llena el estómago de aire tragado
- Mal agarre durante la lactancia o la toma del biberón
Aunque estas causas suelen ser normales, es conveniente saber qué hacer cuando tu bebé regurgita líquido transparente. Veamos algunas medidas prácticas que puedes hacer para ayudar a tu bebé
¿Qué debo hacer cuando mi bebé regurgita líquido transparente?
Las regurgitaciones transparentes pueden incomodarte tanto a ti como a tu bebé, pero hay varias maneras eficaces de controlar este problema tan frecuente. Esto es lo que puedes hacer:
1. Mantén a tu bebé erguido
Sostén a tu bebé en un ángulo de 30 o 45 grados durante cada toma. Esta posición tan sencilla ayuda a mantener baja la leche y la saliva. El bebé debe permanecer erguido entre 15 y 20 minutos después de comer. Para las tomas con biberón, inclina el biberón para mantener la tetina y el cuello llenos de leche, de esta forma evitas las burbujas de aire. Haz pausas para eructar cada 2 o 3 onzas. Dale palmaditas o frótale suavemente la espalda con movimientos ascendentes hasta que escuches un eructo. Cambia de posición para alimentar a tu bebé si parece estar incómodo. Prueba a sostenerlo en posición de fútbol o cuna cruzada.
2. Ajusta el horario de las tomas
Las tomas más pequeñas y frecuentes funcionan mejor que las grandes cantidades de una sola. Si tu bebé toma 6 onzas cada 4 horas, prueba con 4 onzas cada 3 horas. Presta atención a las señales de tu bebé. Se apartará, dejará de mamar o cerrará los labios cuando esté lleno. En el caso de los bebés que toman el pecho, prueba a darle un pecho por completo antes de ofrecerle el segundo. De este modo, el bebé obtendrá tanto leche inicial como final, lo que puede mejorar su digestión.
3. Controlar el exceso de babeo
Utiliza un paño suave y limpio para limpiar el exceso de saliva durante la dentición. Para una mayor comodidad y delicadeza con la piel sensible, prueba las toallitas húmedas para bebés Momcozy que son hipoalergénicas y no contienen productos químicos nocivos. Guárdalas en un calentador de toallitas para bebés Momcozy de gran capacidad para mayor comodidad durante la limpieza. La saliva de tu bebé protege sus encías, por lo que es fundamental limpiarle con suavidad. Ten a la mano varios baberos limpios y cámbialos cuando estén mojados. Para bebés de más de 6 meses, ofréceles juguetes fríos para la dentición, como los juguetes para dentición Momcozy. Enfríalos en la nevera, no en el congelador. Los collares de silicona para la dentición que llevan los padres (pero nunca los bebés) pueden ayudar a recoger las babas durante las caricias. Una ligera capa de vaselina alrededor de la boca evita la irritación de la piel provocada por las babas constantes.
4. Establece un sueño seguro
Coloca a tu bebé boca arriba siempre que duerma. Utiliza una cuña firme bajo el colchón para crear un ángulo de 30 grados (mídelo para estar seguro). Cambia rápidamente las sábanas mojadas para evitar erupción cutánea. Mantén la temperatura ambiente entre 20 y 22 °C, ya que el sobrecalentamiento puede aumentar el babeo. Viste a tu bebé con capas que puedas quitar fácilmente si regurgita. Una funda ajustable de colchón impermeable debajo de la sábana facilita la limpieza.
Estas estrategias ayudan a reducir las regurgitaciones en la mayoría de los casos. Sin embargo, es importante saber cuándo las regurgitaciones pueden indicar un problema.
¿Cuándo hay que preocuparse por las regurgitaciones del bebé?
Aunque regurgitar de vez en cuando es normal, hay ciertos signos que indican que es hora de consultar al pediatra. Esto es lo que debes tener en cuenta:
Vómitos en proyectil o de color inusual
Debes prestar atención si la regurgitación de tu bebé se vuelve repentinamente enérgica, saliendo disparada como una fuente. Este tipo de vómito en proyectil no es normal. El color también es importante: si observas líquido verde o amarillo, o algo que parece granos de café o contiene motas de sangre, llama enseguida a tu pediatra. También es preocupante que tu bebé empiece a regurgitar mucho más a partir de los 6 meses, o que regurgite una cantidad mayor a una cucharada cada vez.
Llanto y arqueo durante la alimentación
Tu bebé te indicará que algo va mal a través de su comportamiento. Observa si llora o arquea la espalda durante la toma, o si parece que tiene dolor al regurgitar. Si tu bebé empieza a rechazar varias tomas o se muestra muy inquieto a la hora de comer, podrían ser señales de un problema. Atragantarse o tener arcadas frecuentes durante la toma también requieren atención médica.
Pérdida de peso o deshidratación
Los bebés sanos deben subir de peso de forma constante y mojar entre 6 y 8 pañales al día. Si notas que tu bebé no aumenta de peso, moja menos pañales o muestra signos de deshidratación, como ausencia de lágrimas al llorar, contacta con tu médico. Ten a mano un Termómetro infrarrojo para la frente y oídos Momcozy para comprobar si tiene fiebre, que junto con estos síntomas podría ser indicio de un problema. Otras señales de alarma son que la toma dure más de 30 minutos o que el bebé parezca hambriento, pero no coma mucho.
¿Cómo sé si mi bebé tiene reflujo o sólo regurgita?
Dado que las regurgitaciones normales y el reflujo pueden ser similares, a los padres a menudo les resulta difícil distinguirlos. Aquí te explicaremos las principales diferencias:
Un bebé cómodo con regurgitaciones normales
Cuando las regurgitaciones son normales, el bebé está contento y cómodo durante todo el día. Es posible que regurgite pequeñas cantidades después de las tomas, pero lo hará suavemente en lugar de expulsarlo con fuerza. Estos bebés comen bien, aumentan de peso de forma constante y no parecen molestarles en absoluto las regurgitaciones. Duermen con normalidad toda la noche y están contentos entre las tomas. Incluso con regurgitaciones frecuentes, estos bebés siguen creciendo y desarrollándose.
Los signos del reflujo gastroesofágico son diferentes
El reflujo es más grave y muestra estas características:
- Las regurgitaciones suelen ser dolorosas o forzadas
- Tu bebé se retuerce y se resiste durante las tomas
- La alimentación se convierte en una batalla con llantos y rechazo de la comida
- El malestar y las regurgitaciones interrumpen el sueño
- Tu bebé se despierta con frecuencia tosiendo o con arcadas
- Se reduce o se interrumpe el aumento de peso
Factores comunes que causan el reflujo
El reflujo suele empeorar cuando tu bebé:
- Se acuesta inmediatamente después de comer
- Lleva ropa ajustada alrededor del estómago
- Toma demasiada leche demasiado rápido (sobrealimentación)
- Se mueve enérgicamente justo después de comer
- Está expuesto al humo del tabaco
- Tiene antecedentes familiares de reflujo gastroesofágico
Si observas signos de reflujo, habla con tu pediatra. Puede recomendarte tratamientos específicos, como alimentos espesados, medicación o ajustes de la alimentación que pueden ayudar a tu bebé a sentirse mejor.
¡Observa atentamente las regurgitaciones de tu bebé!
Las regurgitaciones normales son transparentes la mayor parte del tiempo, sobre todo cuando está en dentición o tiene el estómago vacío. Si bien mantener al bebé en posición vertical y ajustar los horarios de las tomas puede ser de ayuda, debes estar atenta a las señales. Si tu bebé vomita, regurgita con colores inusuales, muestra signos de dolor o no gana peso, llama a tu pediatra. Tú eres quien mejor conoce a tu bebé, y más vale prevenir que curar.